El milagro de la fábrica de coches


Erase una vez una fábrica de coches que no vendía demasiados coches. Las ventas estaban estancadas y los trabajadores algo desilusionados. El propietario se vendió el negocio, que había heredado de sus padres, por un buen pico, a alguien que no tenía ni idea de fabricar coches pero que aseguraba que con él el negocio iría mucho mejor: se pagarían mejores salarios e incluso se contratarían más trabajadores.

Todos contentos al menos inicialmente.

Dicho y hecho. Se puso nuestro amigo manos a la obra y empezó a reformar y reformar o al menos eso decía. Su obsesión pasó a ser el crecimiento a costa de rebajar el déficit. Lo primero que hizo fue cargarse el departamento de i+d. Al fin y al cabo un coche era un coche. Para qué innovar se preguntó. Lo importante era bajar los costes de producción y aumentar las ventas. Ser competitivos!. Ah qué término!. Competitivos. Se lo habían explicado mil veces en la escuela de negocios y sonaba tan bien!. Cada vez que oía el término se le erizaban los pelos del cogote.

Pero seguía sin vender demasiados coches así que decidió bajar el margen comercial por lo que tuvo que bajar salarios. Qué caray, la ley lo permitía. Era un chollo!.

Lamentablemente seguía sin vender demasiados coches. El mercado percibía esos coches cada vez más obsoletos frente a los coches de la competencia, más modernos y mejor equipados.

Invencible al desaliento decidió reformar más y mejor y tomó una medida que dejo boquiabierto a más de uno: decidió vender por debajo del precio de coste. Como lo oyen!. 

Una medida así sin duda debía de favorecer la venta de coches!. Pensó él. 

Ah amigos, ahora sí que era una delicia. Los coches se vendían mucho mejor. Había sin embargo un pequeño problema. Cada coche que vendía le suponía tener más pérdidas aunque eso nunca importó a nuestro intrépido e infatigable 'Empresario': las ventas crecían por encima de la media del sector a un ritmo envidiable!.

Nunca había sido muy listo pero pensó, si vendo más coches por qué cada vez debo más dinero?. Las pérdidas hicieron que ya no pudiera pagar las nóminas ni la seguridad social así que empezó a despedir trabajadores. Era muy barato hacerlo. Eran como piezas de un salpicadero de un coche: de quita y pon. Era todo un reformista!. 

Se quedó con muy poquitos comerciales que trabajaban a destajo por un salarios acorde con los precios de los coches: también de risa.

Crecían más que nadie. Él estaba orgulloso. Se pavoneaba de ser el que más crecía. Poco después el negocio se hundió y la gente se quedó sin trabajo y sin indemnización con un montón de nóminas sin cobrar. Una parte de la empresa se vendió a una empresa China y la otra a una alemana a precio de ganga.

A él le contrataron en el consejo de una de ellas en agradecimiento a los servicios prestados. Le apreciaban mucho.

Y eso es todo amigos.

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