Instituciones enfermas
El verdadero enemigo, no nos engañemos, no es otro que la
enfermedad porque si estás sano, relativamente sano quiero decir, les puedes
enviar a la porra. A los de éste y a los del otro país. Puedes intentar irte. Buscar
un sitio donde se respete todavía a las personas, donde los gobiernos trabajen
para mejorar la vida de sus ciudadanos. No para empeorarla. Puedes
incluso hacer como el avestruz: esconder la cabeza e irte al monte para montar
una granja pues por qué no?, de avestruces!.
Este pensamiento, en definitiva, no difiere mucho del que
pueda tener cualquier inmigrante que se deja algo más que la piel en Melilla o
del de muchos de nuestros compatriotas que se marchan de éste y del otro ‘país’.
Intentar buscar una vida mejor lejos de los sátrapas.
La enfermedad sin embargo te atenaza, te bloquea y te impide
en buena parte ser libre. Te circunscribe al hospital, a los médicos y a la
medicación. Te impide de alguna manera, enviarlos a freír espárragos. Por eso me parece
innombrable lo que se está haciendo con la Sanidad. Se está demoliendo lo
construido. A conciencia. Los recortes en Sanidad, en Dependencia, no hacen más que potenciar la enfermedad, la
tristeza y el dolor. Restringir libertades.
Por eso me parece increíble que algunos se rasguen las
vestiduras porque la Audiencia Nacional no haya condenado a los manifestantes
del ‘asedio’ al Parlament de Catalunya. Un
asedio contra aquellos que han contribuido a desgastar, laminar y violentar a
sus ciudadanos, demoliendo lo que tanto ha costado construir.
Algunos políticos, diputados, periodistas y también jueces… quieren
penas duras. Qué cunda el ejemplo!. La
casta no se toca!. Y lo que es peor: no se discuten las decisiones de la casta. Esa misma casta corrupta, que repudia lo público pero vive
de ello con varios sueldos, con chanchullos
y tráfico de influencias. Casta que no da explicaciones, indemne a la verdadera
justicia.
Indemne al dolor ajeno.
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