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El milagro de la fábrica de coches

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Erase una vez una fábrica de coches que no vendía demasiados coches. Las ventas estaban estancadas y los trabajadores algo desilusionados. El propietario se vendió el negocio, que había heredado de sus padres, por un buen pico, a alguien que no tenía ni idea de fabricar coches pero que aseguraba que con él el negocio iría mucho mejor: se pagarían mejores salarios e incluso se contratarían más trabajadores. Todos contentos al menos inicialmente. Dicho y hecho. Se puso nuestro amigo manos a la obra y empezó a reformar y reformar o al menos eso decía. Su obsesión pasó a ser el crecimiento a costa de rebajar el déficit. Lo primero que hizo fue cargarse el departamento de i+d. Al fin y al cabo un coche era un coche. Para qué innovar se preguntó. Lo importante era bajar los costes de producción y aumentar las ventas. Ser competitivos!. Ah qué término!. Competitivos. Se lo habían explicado mil veces en la escuela de negocios y sonaba tan bien!. Cada vez que oía el término se le erizaban

Instituciones enfermas

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El verdadero enemigo, no nos engañemos, no es otro que la enfermedad porque si estás sano, relativamente sano quiero decir, les puedes enviar a la porra. A los de éste y a los del otro país. Puedes intentar irte. Buscar un sitio donde se respete todavía a las personas, donde los gobiernos trabajen para mejorar la vida de sus ciudadanos. No para empeorarla. Puedes incluso hacer como el avestruz: esconder la cabeza e irte al monte para montar una granja pues por qué no?, de avestruces!. Este pensamiento, en definitiva, no difiere mucho del que pueda tener cualquier inmigrante que se deja algo más que la piel en Melilla o del de muchos de nuestros compatriotas que se marchan de éste y del otro ‘país’. Intentar buscar una vida mejor lejos de los sátrapas. La enfermedad sin embargo te atenaza, te bloquea y te impide en buena parte ser libre. Te circunscribe al hospital, a los médicos y a la medicación. Te impide de alguna manera, enviarlos a  freír espárragos. Por eso me pa

Zombies

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Uno que ya tiene cierta edad, ha visto películas de zombies para todos los colores y gustos: desde los zombies en blanco y negro ‘atortugados’ pasando por los ‘atortugados’ de color hasta llegar a los últimos ‘modelos’ zombie: veloces y con mucha mala leche. Intuyo que esta evolución ha estado para infundir más miedo al espectador. Al fin y al cabo qué miedo puedes sentir si te persigue un ser que no es capaz de correr un solo metro sin tambalearse?. Es por eso que los creadores del género y guionistas, han convertido a los zombies, de seres torpes e inexpresivos a veloces, folloneros  y por encima de todo: rabiosos. Creo que este país, con todo el que está pasando, los ciudadanos estamos pasando de ser zombies tortuga a zombies rabiosos. Los que nos ‘sirven’ desde el Gobierno tendrían que tener en cuenta este cambio, este sentimiento, que inexorable, se va abriendo entre los ciudadanos.  La rabia.  Tendrían que ver pues, aquellos que elegimos como burros cada cuatro años, pues ver m

Interesante

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El otro día hablaba con una persona que trabaja en una consultora dedicada a temas de internet. Me comentaba que el 2012 sería sin duda un año interesante. No entré más en detalle a raíz de su comentario pero me dejó intrigado. ¿Interesante?. ¿Y esto qué quería decir? Hay adjetivos que no tienen ninguna ambivalencia como nombrar un color. El color blanco no puede ser negro ni verde. Es blanco. Si se dice que una persona se gorda pues no es delgada y si alguien nos dice que somos un imbécil pues nos están insultando sin demasiadas contemplaciones. Decir que algo será “interesante” no sabemos que quiere decir y por tanto es como no decir nada. No aporta nada: obliga a indagar y profundizar. Interesante a priori, es cero y neutro. El propósito de la palabreja es hacer que el interlocutor busque mayor concreción. Muchas veces hay cosas que no sabemos cómo 'catalogarlas'. Cuando algo no está definido ni determinado, lo encontramos interesante y de alguna manera nos pone en marcha

Enganchados

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El otro día mientras paseaba por el aeropuerto de Madrid, vi a un tipo muy ajetreado, sentado en el suelo, junto a un enchufe y con el ordenador entre las piernas: aquel hombre ciertamente estaba ‘enganchado’. Y es que bien mirado, estamos siempre ‘enganchados’. Pegados al cordón umbilical de la madre para sobrevivir, pegados a su pezón para crecer, pegados a la silleta para no caer y rompernos los pocos dientes que nos salen, pegados al cinturón del autocar que nos lleva a la escuela para evitar hacernos daño si nos estrellamos, enganchados a las vídeo consolas para vivir en mundos diferentes y escapar del ''bulling', enganchados al amor los que podemos, enganchados a las drogas porque sentimos estar menos enganchados, enganchados a las tías o a los tíos, enganchados a unas vacaciones efímeras, enganchados al trabajo y a los bancos para pagarnos el alquiler o la hipoteca y llenar un poco la nevera, enganchados al paro cuando ya nadie nos quiere, pegados a una silla cuand

Six Feet Under

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La traducción literal sería 'A seis pies bajo tierra'. Es una serie de Tv. La mejor que he visto. No quería que pasara más tiempo sin hablar de esta serie en mi humilde blog. Echo de menos a los Fisher. Qué gente más alucinante. Realmente todos son muy raros en los Fishers pero bien pensado, ¿qué familia no es rara? Un tipo de 30 y tantos que no sabe qué hacer con su vida ni a qué narices dedicarse; el hermano, un homosexual que sabe a qué dedicarse y sabe lo que le gusta pero teme exponerlo abiertamente; una hija post-adolescente que va de error en error y tiro por que me toca, una madre que después de pasar toda la vida con sus hijos y su marido, al morir a su marido (en el primer episodio) descubrirá un mundo nuevo de sensaciones olvidadas, remordimientos y la necesidad de entender a sus hijos: unos perfectos desconocidos para ella por que hablan otro lenguaje y que ella, sin mucho éxito, intenta aprender. Ah, y un conjunto de actores secundarios totalmente imprescindibles c

Entre líneas

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De pequeño, cuando empecé a adentrarme en el mundo de las matemáticas, los profesores intentaban enseñarme lo que era la geometría y cómo operar con polígonos de todo tipo. Una de las bases era la línea. Líneas rectas y líneas curvas. También hablábamos de vectores. Vectores hacia arriba y vectores hacia abajo.  Básicamente el problema que tuve con las matemáticas o mejor dicho, con mis profesores de matemáticas, es que no veía la aplicación directa de todo aquello que intentaban enseñarme.  El otro día nos quedamos sin luz por un fuerte viento. Mientras manipulaba una pequeña bombona de gas, al intentar conectarla a un pequeño camping gaz, cerca de una pequeña vela, todo tiene que decirse, literalmente se me incendió en la cara pasando al cuerpo en segundos.  Estuve durante casi dos segundos rodeado por el fuego: empezaba por las manos, continuaba por los pantalones, camiseta (manga larga afortunadamente) y terminaba en la punta de mi pelo. Por unos instantes veía no a través del fueg